De lo poco que he podido compartir en Facebook últimamente hay unos párrafos de la novela que estoy leyendo, por recomendación de una buena amiga, y una persona comento respecto a un pasaje al que no había llegado. Resulta que al día siguiente lo leí y justo esa mañana, el pasado lunes, "lluvia de verano".
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"Recuerdo esa lluvia de verano.
Día tras día, recorremos nuestra vida como quien recorre un pasillo.
Acordarme de la comida para el gato... ha visto mi patinete es la tercera vez que me lo roban... llueve tanto que parece que es de noche... tenemos el tiempo justo la sesión es a la una... quieres quitarte el impermeable... taza de té amargo... silencio de la tarde... quizá estemos enfermos a fuerza de tener demasiado... todos esos bonzos que regar... esas ingenuas que no son más que desvergonzadas... anda esta nevando... y esas flores qué son... pobre animalito se iba haciendo pipí por todos los rincones... cielo otoñal qué tristeza... los días acaban tan pronto ya... a qué se debe que el olor de la basura llega hasta el patio... sabe todo llega a su hora... no no los conocía especialmente... era una familia como las demás aquí... parece flan de azuki... dice mi hijo que los chinos son intratables... cómo se llaman sus gatos... podría recibir y firmar en mi nombre la ropa del tinte... todas estas navidades estos villancicos estas compras que cansancio... para comer nueces hace falta mantel... cáspita le moquea la nariz... ya hace calor y ni siquiera son las diez... corto champiñones en rodajas muy finitas y nos tomamos el caldo con los champiñones dentro... deja tiradas las bragas sucias debajo de la cama... habría que volverlos a tapizar...
Y entonces, lluvia de verano...
¿Saben lo que es la lluvia de verano?
Primero la belleza pura horadando el cielo de verano, ese temor respetuoso que se apodera del corazón, sentirse uno tan irrisorio en el centro mismo de lo sublime, tan frágil y tan pleno de la majestuosidad de las cosas, atónito, cautivado, embelesado por la magnificencia del mundo.
Luego, recorrer un pasillo y, de pronto, penetrar en una cámara de luz. Otra dimensión, certezas recién formadas. El cuerpo deja de ser ganga, el espíritu habita las nubes, la fuerza del agua es suya, se anuncian días felices, en un renacer.
Después, como a veces el llanto, cuando es rotundo, fuerte y solidario, deja tras de sí un espacio lavado de discordias, la lluvia, en verano, barriendo el polvo inmóvil, crea en las almas de los seres una suerte de hálito sin fin.
Así, ciertas lluvias de verano se anclan en nosotros como un nuevo corazón que late al unísono del otro"
Muriel Barbery.
La elegancia del erizo.
La autora pone en boca de Renée, la portera de una finca de clase alta, estas palabras. Las cosas, en ocasiones no son lo que parecen si prestas atención.
Recordando la lluvia de verano, de la madrugada del pasado domingo y la mañana del lunes, le envió un fuerte abrazo a la amiga que me recomendó esta hermosa novela. Desde una portería de la zona alta de Barcelona.